jueves, 29 de junio de 2017

ESPACIO INTERIOR - ESPACIO EXTERIOR






     Estamos acostumbrados a las películas y  series que suceden en el espacio, y pensamos que solo hace falta crear una atmósfera con suficiente oxígeno como para respirar y poder vivir esas aventuras.
No es tan fácil. El hecho es que el cuerpo humano se adapta bastante bien a la ausencia de gravedad, lo han comprobado muchos astronautas que salieron de nuestra órbita siempre y cuando no estuvieran demasiado tiempo fuera de la tierra.
     Ahora se está estudiando como se adapta el reloj interno a los cambios que se dan en el espacio.
     Se llama ritmo circadiano al reloj que regula la temperatura del cuerpo para saber cuando es  día y cuando es  noche, cuando el metabolismo tiene que actuar y en que momento dejarle paso al ciclo del sueño y ese ritmo está atado a las 24 horas terrestres. Es decir nuestro ritmo interno está ligado al ritmo de este planeta. 
     El estudio consiste en monitorizar que sucede con el ritmo circadiano en el entorno artificial de la Estación Espacial Internacional, donde falta la luz solar, por lo tanto el cuerpo  no tiene como saber cuando es día o noche de una forma natural.
     Para poder probar que sucede, diez astronautas midieron su temperatura por 36 horas con sensores puestos sobre su frente y su pecho.
     Los resultados sorprendieron a los investigadores que descubrieron que el cuerpo va regulando el calor para que el ritmo circadiano cambie muy poco, con una fluctuación de medio grado en 24 horas.
     Para mantener este ritmo, el cuerpo trabaja más y se va calentando de a poco para llegar a los niveles desencadenantes del comer o el dormir entre otras funciones.
       Si bien está en estado de investigación, estos resultados fueron importantes. 
     El comprender que el cuerpo solo adapta el ciclo circadiiano al medio ambiente con mínimos cambios, puede optimizar el trabajo de los astronautas en las estaciones espaciales, con mejor salud en tiempos prolongados.
     ¿Y por qué nó? En un futuro no tan lejano poder ir de vacaciones a otro planeta, con un libro de Bradbury bajo el brazo.


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